Era una de esas noches de luna llena, con millones de estrellas en el cielo, y aunque no había ni una sola nube, era una noche triste, muy triste. Ahí estaba yo, sentado en la banca de ese parque, mirando la luna y las estrellas, con un libro y algunos cigarrillos. Ahí estabas tú, conmigo, pero estabas ausente. Sentía una soledad enorme, aún cuando estabas a mi lado.

Pensaba en lo que pasaba por tu mente, lo que te mantenía tan lejos aún estando tan cerca. Pero nunca pensé que lo que realmente pasaba por tu mente, era aquella persona que algún día atrás fue el amor de tu vida y nunca dejó de serlo.

Aún sentado en esa banca, te ibas en un largo viaje en búsqueda de tu amor. Yo me limitaba a quedarme sentado, leyendo y fumando algún cigarrillo mientras esperaba tu regreso.

Hacía tiempo que no te veía sonreír, desde que esa persona partió para nunca volver, se borró toda señal de felicidad de tu rostro. Tu sonrisa era algo magnifico, capaz de iluminar mi vida en el día más oscuro. No importa si estaba muriendo por dentro, sonreías y me contagiabas tu felicidad. Dejar de sonreír se me hacía imposible. Extraño esos momentos que viví contigo y ya no sé si volverán a repetirse.

Todas las noches, en esa banca, en ese parque, te vas en la búsqueda del amor de tu vida. Yo, me quedo en compañía de un libro y algunos cigarrillos, esperando que el amor de mi vida regrese de su viaje.

Leave a Reply