Mi color favorito.

Una vez me preguntaron cuál era mi color favorito. Realmente no supe qué responder. El gris triste y frío de tu franela el día que te conocí. El azul, tan oscuro que casi llegaba a negro, de tus jeans el día que me atreví a besarte por primera vez. El naranja rojizo del cielo en ese mismo momento. El verde del pasto donde nos sentamos en nuestro primer día de campo. El amarillo del sol en nuestro primer día de playa juntos. El marrón oscuro de tus ojos, que me atrapaba e hipnotizaba. Podía quedarme horas mirándote directamente a los ojos, sin cansarme nunca. El negro de tu ropa interior la primera vez que hicimos el amor.

¿Mi color favorito? Sí. Definitivamente, mi color favorito... eres tú.

Para mí, cualquier día puede ser perfecto. Empezando con un beso de buenos días de mi mamá, otro beso a mi papá y no pueden faltar mis hermanas y mis hermosas sobrinas. Un buen desayuno. Quizás unos huevos revueltos con tostadas, o solo un tazón de leche y cereal. Jugar con mi sobrina, la más pequeña. Hacerla sonreír, y que sus dos únicos dientes me llenen de felicidad.

Almorzar todos juntos, sentados en la mesa, y charlar un poco sobre cualquier tema. Ya sea algo que pasó, una noticia o simplemente contar un chiste. Almorzar en familia siempre será uno de esos momentos que me llenan de dicha.

Un día, para mí, no puede ser perfecto si no hay fútbol. Un partido del Real Madrid o de mi Vinotinto, que gane mi equipo y luego ir a jugar fútbol con mis amigos para celebrar. Pues, si no hay fútbol, mi día está incompleto. Y si mi día está incompleto, no puede ser perfecto.

Regresar a casa, darme una ducha refrescante y comer algo rico por la noche. Sentarme a ver televisión con mi papá, tal vez un partido de béisbol. Un clásico Magallanes - Caracas, nunca nos lo perdemos, y siempre los vemos juntos, comentando y hablando sobre el juego y los jugadores.

Para que un día sea perfecto, no hacen falta muchas cosas. Solo estar con los míos, las personas a quienes quiero, hacer lo que me gusta y disfrutar. Si tengo todo esto, posiblemente, todos mis días serán perfectos.

Querida Jo, conocida por todos como J.K Rowling, hoy te escribo esta carta, para decirte lo mucho que te admiro y lo mucho que de agradezco que hayas hecho mi infancia tan maravillosa, llena de magia y criaturas extraordinarias.

Tenía 11 años cuando leí Harry Potter y La Piedra Filosofal, casualmente la misma edad que el niño protagonista de la historia, que tiempo después se convertiría en mi personaje favorito, y también en mi historia favorita. Fue gracias a mi prima Verónica, quien me regaló el libro, que descubrí ese maravilloso mundo llamado "Colegio Hogwarts de Magia y Hechizería", y a ella también le agradezco muchísimo el haberme iniciado en el arte de la lectura, porque sí, ese fue mi primer libro leído. Y vaya primer libro.

Admito que quizá no soy el más fanático, ya que no tengo todos los libros ni todas las películas, pero crecí con Harry, Ron y Hermione, y viví todas sus aventuras como si de verdad estuviese allí. Harry Potter es parte de mi vida, es parte de quién soy, y no sé realmente cómo sería mi vida si no hubiese conocido la historia de Harry. Seguramente habría un vacío que no sabría cómo llenar.

Debo decir también que me asombra mucho tu historia personal, y el hecho de que todo un mundo haya nacido en un viaje de tren demorado. Es admirable tu lucha por erradicar las injusticias en este mundo muggle y también que ayudes a los más necesitados. Me enorgullece mucho que Harry Potter haya trascendido lo literario y que, a través de tus acciones, sea también beneficio para la sociedad.

Creo que nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que significa Harry Potter para mí.

Con cariño, Víctor Rivas.

Fue un amor fugaz, un amor de verano. Me planté frente a él, con una seguridad que intimidaba. Mi mirada decía que lo deseaba; la suya estaba llena de temor, y aún así pude notar un poco de deseo. Lo besé. El enojo, mezclado con la vergüenza, lo hizo ponerse rojo.

─Hagamos a un lado las formalidades, son una perdida de tiempo cuando sabemos lo que ambos deseamos.─ Le dije. ─Que éste sea el inicio perfecto, y ya veremos cómo será la línea de meta.

Desde allí, todo fue sin compromisos. Encuentros esporádicos llenos de placer, pues al fin y al cabo, no éramos más que juventud salvaje llena de imprudencias; respirando a través de pulmones dañados y coleccionando nombres de los amantes que salieron mal. 

El amor afloró de a poco de mí. Sí, yo, que dije que todo sería sin compromisos, que sería solo placer y nada más, me estaba enamorando de él. Y así como el amor, llegó el temor. Temor a que, a pesar de todo el placer que nos brindamos, y todos los encuentros en secreto, él no sintiera por mí lo mismo que yo por él. A éstas alturas, todos los sentimientos estaban muertos, se habían ido. Y volvieron con su rostro a atormentarme.

Todo se vino a abajo, se me cayó el mundo encima, como una inundación que rompió un hogar. Incendiamos nuestro interior solo por diversión, con placer y deseo, y luego llegó la tormenta a mí. Lo perdí todo. Soy solo la silueta de lo que solía ser. Soy una cara sin vida que él pronto olvidará.

Mis ojos aún se humedecen al recordar las palabras que dejó rondando en mi cabeza cuando destrozó mi pecho. Y si tú aún puedes enamorarte, tienes suerte; la mayoría de nosotros estamos amargados por alguien. Mientras, yo sigo incendiando mi interior, solo por diversión, para distraer a mi corazón del hecho de que lo perdí para siempre. Pero lo extrañaré por siempre.

Te conocí una navidad, donde no esperaba encontrarte. Fue un segundo, un instante. Y sentí como mi alma voló hacia otro destino, tan distante. Me aferré a ti con la fuerza de mil hombres, pues te amé desde el primer momento. Todos me decían que era imposible, pero mi terquedad me cegaba. Era más grande mi amor por ti que los motivos que nos separaban.

El sentimiento solo crecía, pero tu interés en mí no lo conocía. El día que mis ojos descubrieron el sonido incomparable de tu mirada, bien supe que con el amor, el dolor también llegaría, pero igual seguí tus pasos, y llegué a lugares donde nunca creí que estaría. Descubrí lo que era amar de verdad.

Nadie nunca creyó que mi felicidad crecía, solo al escuchar mi nombre, como lejana esperanza, salir de tus labios. Quizás tú tampoco confiaste en mi alegría. Quizás nunca supiste, que yo reiría eternamente si me mirabas. Solo si me mirabas.

Siempre que te veía, sentía mi alma volver a mi cuerpo. Lo que nunca supe, es que con el adiós, mi alma contigo se quedaría. Sentí como mi alma se evaporaba hacia otro destino, donde ya tus ojos no estaban.

Mi piel sintió el perfume de tu eterna ausencia y mi boca pronunció tu nombre por última vez. No me reconocí al saberme vencido, no era yo aquél que peleaba sin tregua y esperaba poder verte cada día.

Otra vez recuerdo el sonido de tu voz, como aquella melodía que ponía fin a mis agonías. Las dulces notas que me devolvían a la vida. Recuerdo las emociones corriendo por mi sangre cada vez que me tocabas, y vuelve a mí la nostalgia como final de película de amor.

Siempre pensé si estaba escrito que te encontrara en mi camino, o si solo fui yo que quise cambiar mi destino. Pero ahora solo pienso que en este camino hay diversas paradas, y tú decidiste bajar de este tren. Y con la misma fuerza que me aferré a ti en un principio, debo mantenerme firme y no sucumbir ante tu adiós.

Más que un libro, quiero escribir sobre una saga. Mi saga favorita. La de Harry Potter. Si yo viviera en el universo de Harry Potter, tal vez sería una personaje sin mucha relevancia, así como también podría ser el protagonista de la historia.

A veces me gusta imaginarme siendo el mago más famoso y reconocido del mundo mágico: "Víctor Rivas, el niño que vivió". De solo pensarlo se me estremece todo el cuerpo de la emoción.Vivir en el mundo mágico, con la familia Weasley, y tener amigos como Ron y Hermione. Hacer encantamientos y divertirme con ellos, y también usarlos en cuestiones de vida o muerte. Hacer travesuras en Hogwarts, con temor de ser asesinado, o peor, ser expulsado. Ir a la cabaña de Hagrid y conocer sobre todas las maravillosas criaturas mágicas, en especial sobre mi favorita: los centauros (Tal vez el hecho de que mi signo sea Sagitario haya propiciado mi amor hacia esa criatura mitad caballo y mitad humano). Conocer la historia del señor tenebroso, el que no debe ser nombrado, y aún así nombrarlo: Lord Voldemort. Sin temor. Luchar contra él y sus mortífagos. Vencerlo y ser reconocido entonces como: "Víctor Rivas, el mago que venció".

En resumen, mi vida en el universo de Harry Potter sería maravillosa. Llena de aventuras, grandes amigos y magia; mucha magia. Sería perfecta. Pues para mí, no hay mejor viaje, que el que se hace en el Expreso de Hogwarts.

Hay tantos personajes ficticios que me gustan y con los cuales podría identificarme. Pero solo hay uno con el cual me identifico -casi- completamente, y ese no podía ser otro que Harry Potter.

Acá una pequeña descripción de la manera de ser de Harry:

Harry se caracteriza por ser alguien que quiere mucho a sus amigos y aprecia los vínculos que forma con las personas con el tiempo. Se sacrifica por ellos. Es muy curioso, y suele ser algo introvertido cuando no conoce muy bien a alguien, pero cuando llega a tener confianza, suele ser más abierto. Normalmente se encuentra entre serio y alegre. Le gusta pasear y estudiar diferentes hechizos con los cuales puede mejorar como mago. Ama el dulce y odia lo amargo. No le gusta que lo subestimen ni lo menosprecien, puesto que es muy susceptible y se puede enfadar fácilmente, hasta ponerse violento. Tiende, no obstante, a ser extremadamente pesimista y a tener contradicciones existenciales; a menudo imagina que le va a pasar lo peor cuando está en situaciones estresantes.

Las personas que me conocen, pueden ver que soy muy parecido a Harry en su forma de ser. Las únicas diferencias, es que a diferencia de Harry, no suelo ser violento y no me enfado con facilidad. Tampoco soy pesimista, al contrario, soy muy optimista, pero sí llego a pensar que puede pasarme lo peor cuando estoy en situaciones estresantes.

En fin, mi vida, si fuera Harry Potter, sería lo mejor que podría sucederme. las aventuras, la historia de la magia, usar la magia. Todo eso sería maravilloso. Y si me pongo a pensar, no está de más agregar un poco de magia a este viaje.

El miedo; esa sensación que te paraliza y te advierte que puedes estar en peligro por cualquier situación, y este viaje no ha estado exento de ellos. Por mi parte, soy de esas personas que no siempre demuestran el miedo. Se puede decir que soy una persona dura, pero eso es solo en el exterior, porque la verdad, es que le tengo miedo a muchas cosas. A algunos insectos (Más que miedo, es asco), al fracaso, a la soledad. Sí, le tengo miedo, muchísimo, a la soledad.

Desde el inicio de mi viaje, me he dado cuenta de que no me gusta estar solo. Cada vez que mi mamá, mi papá o mis hermanos me dejaban solo, siendo yo un bebé, me ponía a llorar, porque en efecto no quería estar solo. Me aterraba la idea de que nadie estuviera allí para acompañarme. Y hoy, que ya he dejado atrás buena parte del camino, y he superado muchas cosas, me doy cuenta que ese miedo sigue allí, y me acompaña a todas partes.

Me gusta estar acompañado, ya sea por mi familia, por amigos, o solo por Toby, mi perro. Y es que con solo sentir la presencia de alguien cercano todos mis miedos e incertidumbres se disipan. La soledad es traicionera. Te obliga a hablar contigo mismo, a reflexionar algunas cosas, lo cual es bueno, pero también te hace pensar más de la cuenta. Puedes volverte paranoico por cualquier situación que hayas vivido, y llegar a obsesionarte con una circunstancia en específico. Y no me gusta experimentar la sensación de paranoia, pensar una y otra vez sobre algo que hice, o que no hice, y obsesionarme con eso.

Y lo que más me asusta de la soledad, es que estando solo no se tiene a una persona a quien contarle tus problemas, que te aconseje sobre algún aspecto en tu vida y te de amor y cariño cuando lo necesites. La soledad es algo bueno y necesaria en algunos casos, pero puede llegar a ser muy peligrosa en otros.

Los mejores viajes siempre son los que se hacen con la familia, o con amigos. O incluso con la familia y con los amigos, todos juntos. Pero todos sabemos, que a la gran mayoría no les gusta viajar solos.

Como ya saben, me gusta definir mi vida como un viaje, en el que en las diferentes etapas del camino, voy aprendiendo y experimentando cosas que me hacen crecer como persona. Una de esas cosas que he aprendido, y a la que le he "cogido gustico" es, precisamente, viajar.

Me gustaría poder viajar por el mundo, y conocer todos los lugares y culturas que en él existen. Me gustaría ir a España y conocer el Santiago Bernabéu. Conocer la cultura de ese país, conocer Madrid y ver la arquitectura de Barcelona desde el aire. Tomar un tren que me lleve por toda Europa, tal como lo hicieron mis hermanos en 2009, y visitar y conocer todos los lugares turísticos que ellos visitaron (Y los no tan turísticos también).

Quisiera conocer Asia, específicamente Japón. La cultura y las tradiciones de ese país me llaman mucho la atención, y quizá pueda contar con la suerte de conocer a alguno de los creadores de mis animé favoritos jajaja. Y no puedo dejar por fuera a América. Recorrer toda América, es algo que siempre he querido hacer.

Lamentablemente, la situación actual me impide a mí, y a muchos otros, poder darnos el lujo de conocer el mundo. Pero sé que en un futuro no muy lejano, todo cambiará para mejor, y todos tendremos las mismas posibilidades de conocer lo maravilloso que es el mundo, con sus diferentes culturas y tradiciones, y poder agregar anécdotas, recuerdos e historias a nuestro viaje.

Hoy me la pusieron difícil. Durante este viaje he conocido mucha gente maravillosa, y a muchos de ellos los admiro muchísimo. Pero, creo que, sin vacilar mucho, puedo decidirme por hablar de alguien en específico.

En este viaje conocí a una persona, a una mujer, que pasó por muchas dificultades en su vida y aún así dio todo de sí para sacar adelante a sus hijos. Una mujer que nació, podría decirse, en la pobreza, pero con su fuerza de voluntad y trabajo arduo logró salir adelante, siempre con la mirada hacia arriba. Esa mujer no es otra que mi abuela materna, Dolores Rojas, quien desde muy joven tuvo que salir a trabajar a las calles, haciendo cualquier cosa que pudiese hacer, para ayudar a su familia a conseguir comida o lo que necesitasen.

Me duele admitir que no tuve la mejor de las relaciones con ella durante los últimos años de su vida, pero siempre estaré muy agradecido con ella, por haberle dado la vida a la mujer que luego me la daría a mí, y por enseñarle a ella que para lograr lo que quieres, debes trabajar duro y ser perseverante. Cosa que mi madre luego me enseñaría a mí y a mis hermanos.

Abuela, espero que me disculpes por no haber estado contigo en tus últimos momentos, y quiero que sepas que siempre, siempre, estarás conmigo, en mi corazón. Y tengo la certeza de que, aunque tu viaje terminó, seguirás cuidándome en el mío. Te amo.

En este viaje, he descubierto muchas cosas que me gustas. Algunas de ellas expuestas en el post anterior. Y también me he encontrado con algunas que no me gustan. Hoy voy a decirles algunas, las que vengan a mi mente, ya que realmente es un número considerable.


Primero que nada, odio la injusticia. El saber que alguien no tiene lo que merece, o que tiene lo que no merece, a veces me hace enojar. No me gustan algunos insectos. Las cucarachas, por ejemplo, y si son de las que vuelan, más asco les tengo. No me gusta el calor. El hecho de no tener carro, ni el teléfono que quiero. Aunque amo a los niños (cosa que me faltó poner en el post anterior), me desagrada que mis sobrinos, o cualquier otro niño, no hagan caso. No tolero niños malcriados. Los cambios de planes a última hora, o que cancelen los planes a última hora, cuando ya estoy arreglado y listo para salir, y peor aún, cuando ya salí. Odio los malos olores, en especial el del mal sudor ajeno y el del vómito. Puaj. Y podría seguir escribiendo, pero quizá terminaría el día 22, y no es la idea jajaja.

En fin, hay muchas cosas que me desagradan, pero en este viaje tenemos que aprender a llevarlas y ponernos cómodos. No queremos que se nos arruine el viaje solo porque algo no nos gustó en un momento. Las cosas pasan, y hay que aprender a vivir con ellas. Nos gusten o no. Y hay que tener en cuenta que en este viaje, el tren no se detiene.

Tal vez esperen que escriba sobre muchas cosas y de muchos detalles sobre ellas, pero no pararía de escribir nunca.

Me gusta sonreír y hacer sonreír a la gente. Ya saben, "un día sin una sonrisa es un día desperdiciado". Me encanta soltar carcajadas con mis amigos, y terminar llorando y con dolor en el abdomen. Me gusta el animé, especialmente Naruto. El fútbol es mi vida. Según mi mejor amiga, me gusta "chancear" (Ya queda de parte de ustedes investigar qué es eso, si no lo saben). Me gusta el alcohol, aunque no lo consumo tan seguido y también el narguile. Harry Potter y los Juegos del Hambre. Me gusta hacer cosquillas y disimuladamente meter mano. Aunque con algunas personas no es necesario que disimule. Me gusta hacer y que me hagan cariños, especialmente en el cabello. Él.  Me gusta leer, mucho. Puedo leer un libro en un día, o menos, dependiendo del número de páginas y de si la trama me atrapa lo suficiente. Me gusta el chocolate, y los dulces, casi todo tipo de dulces. La música, amo dormir escuchando música y ducharme escuchando música. Cantar y bailar en la ducha. Me gusta regalar, a veces sin razón alguna, y recibir regalos. Hacer chistes malos y que aún así mis amigos se rían.

Son muchas cosas las que me gustan, y son muchas las cosas que aún me faltan por experimentar y, que tal vez complementen esta lista en un futuro. Quizá, dentro de algunos años, esté escribiendo nuevamente esta lista, para ponerlos al día de cómo va mi viaje.

"Mejores amigos", es difícil describirlos, ya que todos son maravillosamente únicos. Pero puedo hablarles sobre ellos en general.

Son esas personas que con solo verlos ya sabes lo que piensan, y viceversa. Se comunican fácilmente solo con miradas o gestos, ya que están tan compenetrados que se entienden a la perfección. Mis amigos son esos que cualquier otra persona llamaría "locos", pero esos locos son los que dan color y alegría a mi vida.

Mis amigos son esas personas con las que no puedo pasar más de una semana peleado con ellos. Siempre me hacen falta. Ya sea para conversar, pedirles un consejo, o incluso para hablar tonterías. No soportaría el hecho de perder la amistad de alguno de ellos, por la razón que fuese, siempre buscaría la manera de llegar a la reconciliación.

Se puede decir que tengo suerte de contar con estos locos que llamo amigos. Cada uno, a su manera, agrega un poco de lo suyo para hacer mi vida un poco mejor. De ellos he aprendido muchas cosas. Socializar más, y mejor, ser mejor amigo, ser mejor persona, incluso ser la peor mierda solo por divertirnos un rato jajaja. De algunos de ellos le agarré el gusto a la tinta, y la valentía para atreverme a hacerme un tatuaje. E incluso muchos consejos me han servido para evolucionar, ya que si no fuese por los consejos de mis amigos, tal vez me habría equivocado de camino y estaría en un destino al que no me habría gustado llegar en este viaje.

Mis amigos, mis compañeros de viaje. Algunos desde la infancia, otros más recientes, y algunos que se han quedado en el camino, pero gracias a todos y cada uno de ellos, soy la persona que soy hoy. Sé que algunos de mis amigos quizá se queden en el camino, pues la vida da muchas vueltas, y sea por la razón que sea, algunos caminos se separan y a cada uno de nosotros nos toca llegar a un destino diferente. Pero si algo tengo por seguro, es que todos llegarán conmigo al final de mi camino, porque los tengo a cada uno guardados en un pedacito de mi corazón.

La mayoría de las historias empiezan en lugares mágicos, de ensueño. Lugares que es muy difícil creer que en realidad existen. Mi historia no es diferente. Cumaná, la primogénita del continente, no es la ciudad más grande ni la más bonita de este país, mucho menos del mundo, pero tiene su encanto. Sus playas, su gente, sus amaneceres y sus atardeceres. Son tan mágicos como las historias de Harry Potter.


Muchas de las personas que viven acá, menosprecian el valor y la belleza de todo lo que los rodea en esta tierra. Y me duele un poco admitir que me incluyo. Cumaná es una ciudad hermosa, con potencial para todo, pero está olvidada y descuidada. Si las autoridades y los mismos habitantes cuidarán más de esta ciudad, sería, tal vez, una ciudad de primer mundo.

He pensado muchas veces en irme a probar suerte en otras ciudades, incluso a otro país, lo admito. Pero de llegar a irme, lo haría siempre pensando en volver. Aquí tengo a mi familia, tengo a mis amigos. Aquí tengo mi vida. Y no estoy dispuesto a dejar todo eso atrás. Porque para mí, Cumaná es la mejor ciudad en la que pude iniciar este viaje llamado vida.

Mi viaje empezó a finales del milenio pasado; y sí, me siento especial porque he vivido dos siglos y dos milenios. Mis padres decidieron llamarme Víctor Alejandro, nombre que con el tiempo terminé amando. Nací en el mejor mes en el que puede nacer un niño, diciembre. Tienes doble regalo, por cumpleaños y por navidad, ¿Qué otra cosa podía pedir? Puedo decir que tuve una infancia feliz.

Soy el menor de mis hermanos, somos 5. Y como dicen por ahí, el último es el que los padres van a consentir por toda la vida. Supongo que tuve mucha suerte. Como todo niño, crecí de forma normal, y aprendiendo a caminar me di muchos golpes en la cabeza. Tal vez por eso soy tan loco como soy ahora.

Tal vez tuve una adolescencia difícil, ¿Pero quién no? Se puede decir que es la etapa más difícil de la vida de una persona, ¿No? A pesar de los problemas de identidad, los cambios hormonales y todas esas cosas que van con la pubertad, no me quejo de lo que fue mi adolescencia.

Tengo sueños, como cualquier persona. Y sigo luchando por cumplirlos uno a uno. Mi meta es llegar alto en lo que hago. No quiero ser mejor que nadie, quiero ser mejor de lo que fui ayer.

Tengo amigos, menos que hace un año, pero los tengo, y los amo. Realmente no podría imaginar una vida sin ellos, con otras personas, no sería igual y no, no quiero una vida diferente a la que tengo ahora. Gracias a ellos soy la persona que soy ahora. Me han enseñado muchas cosas más allá de lo que podría enseñarme mi familia, y estoy sumamente agradecido con todos. Pienso en los momentos buenos, y también en los malos, y sonrío. Especialmente con los malos, porque de cada mal momento nace una enseñanza. Algo que era necesario aprender, y que tal vez, de haberse presentado como algo bueno, no hubiese aprendido la lección. Como quien dice: "Hay que darse su buen coñazo para que aprendamos las cosas y no volver a tropezar con la misma piedra".

Miro hacia atrás desde este punto en mi camino, y solo puedo ver gente con la que compartí. Gente que está conmigo aún, y algunas personas que, por un motivo u otro, ya no me acompañan en mi viaje, pero siempre los tendré presentes, ya que gracias a ellos soy quien soy.

Al final de mi viaje, espero poder seguir viajando junto a las personas que conocí. Que me lleven en sus corazones a sus destinos así como yo llevo en el mío a los que ya no viajan conmigo.

Realmente no sé lo que me espera más adelante.
Tampoco sé cómo voy a salir de esta situación tan complicada.
Solo sé que debo seguir adelante y el tiempo hará su trabajo.

El tiempo pasa, las cosas cambian y esos cambios se superan.
Como dice esa frase, que puede rayar en lo cliché, que siempre usamos: "La vida sigue".
Y aunque en este momento no tengo claro qué pasará ni qué voy a hacer, solo tengo claro que, a pesar de todo, sigo amando su sonrisa.

Y ahí esta él, acostumbrado a sus cuatro paredes. En eso se ha convertido su mundo. Acostumbrado a la soledad, ya la acurruca como su almohada.

Y ahí está él, cantado canciones en sus cuatro paredes, ha convertido su cuarto en su mundo, acostumbrado a estar solo. Su ordenador es la única ventana abierta.

Y ahí está él, escribiendo frases de canciones que lo hacen sentir vivo y que de a momentos rompe con la monotonía de su vida.

Y aquí estoy yo, observándolo por la misma ventana, confundido de no saber quién mira desde adentro; sin saber quién mira desde afuera.